lunes, 21 de junio de 2010

Una charla con Alexánder Obando: la nueva literatura en Costa Rica


Entrevista al escritor Alexánder Obando, para 89decibeles. Valga decir, allá se ve mucho más linda y ordenada que acá. Muerte a Blogger.

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¿Una entrevista de literatura en 89dB? Sí, es posible.

A las 4:00 p.m. en el Restaurante Aya Sofía, habíamos acordado. Llegué a las 4:10 p.m., nervioso y acongojado por mi arribo tardío, pensando en mil excusas que condonaran mi tardanza y en la furia del Director por haber perdido mi primera entrevista tras semejante novatada. Entré al local, esquivando las primeras gotas de lluvia. Vacío. Respiré aliviado por vez primera desde que salí de mi casa.

“Una coca, gracias”.

La joven salonera me mira, esperando que ordene un postre para acompañar mi bebida. No, trabajo ad honorem, gracias. El tiempo transcurre, y el aguacero no cae. Repaso las preguntas, zapateando sobre el suelo para ahogar el ansia. Es mi primera experiencia de campo, espero ello sea excusa suficiente.

Sumido en mi hoja de preguntas, un súbito impulso lleva mis ojos hacia la entrada. Allí está, time to man up. Le sonrío, mano en alto, y él se acerca diligente. Estrechón de manos, un saludo cordial.

Su nombre es Alexánder Obando, novelista, poeta, ensayista e incluso colaborador de nuestra segunda revista favorita. Sin duda, uno de los escritores costarricenses más importantes de la actualidad.

Quince días antes de su viaje a Estados Unidos y con motivo de la presentación de su único poemario, Ángeles para Suicidas, el apreciado narrador aceptó conversar con 89decibeles.

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89dB: Tu obra es vasta y se remonta años atrás. Tus novelas, tu recién estrenado libro de poemas y una serie de antologías y demás escritos que incluso trascienden nuestras fronteras. ¿Cuál es el germen de todo, dónde nació tu interés particular por la literatura?

Álex: "Me estás haciendo la pregunta que siempre trato de evadir. En realidad, no lo sé. Sí sé, sin embargo, que es consustancial. Yo me puedo concebir a mí mismo como no obeso, me puedo concebir a mí mismo como no costarricense; no me puedo concebir a mí mismo como no creador. La manía, la obsesión, el placer y el dolor de estar creando son esenciales para mí".

89dB: Esto por ambos lados de la tinta, tanto crear literatura como leerla.

Álex: "Por supuesto. Me decía un buen amigo, Esteban Ureña, que lo que más gustaba él de Borges es que el argentino hablaba mucho de los libros que había leído por encima de los que había escrito. Es un placer incuestionable".

89dB: A vos, junto a otros nombres cada vez más consolidados, se te ha enmarcado dentro de la llamada Nueva Generación de Narradores Costarricenses. ¿Qué efecto tiene este surgimiento en la literatura criolla?

Álex: "Había una gran necesidad de renovar, sin duda. Siento que Rodolfo Arias y Tatiana Lobo (te soplo quienes son mis ticos predilectos) están haciendo un maravilloso trabajo, por ejemplo. A pesar de que hay gente mucho menor que yo, una buena parte de la generación inmediatamente anterior, estaba enlodada en lo que yo considero Realismo Condescendiente, y me refiero a condescendiente con el lector. Un realismo fácil, en el que existe un gran interés por lo narrado, pero no por la forma de narrar. En el arte, la forma y el contenido deben estar íntimamente ligados, de otro modo, no está bien logrado. Las valiosas aproximaciones a los problemas sociales de parte de Ana Cristina Rossi o Fernando Contreras, por ejemplo, estaban descuidando un poco el oficio per se. Escritores más actuales como Guillermo Barquero, Juan Murillo, Uriel Quesada, presentan un gran interés no solo por lo que cuentan sino por la forma en que lo cuentan y, además, se atreven a practicar la palabra sucia de la literatura tica: experimentar. Si vamos a crear algo, que sea de cero; hay que atreverse a innovar."

89dB: Tocando el tema de nuevos autores en el panorama literario del país, debemos hacer una parada obligatoria en la Internet. ¿Cuánto considerás vos que ha ayudado la red al descubrimiento de nuevos talentos tanto en prosa como en poesía?

Álex: "El escritor que no evoluciona con el Internet, no tiene futuro. Gutenberg desencadenó con la imprenta la primera revolución literaria, Internet es la segunda. Esta es la verdadera Biblioteca de Babel que Borges describía. La red nos ha sacado de un provincialismo en lo concerniente al tráfico de información, y esto sin duda ha decantado en el surgimiento de nuevos escritores, sin necesidad de intermediarios. El lector, sin importar dónde esté, tiene a un par de clics de distancia el trabajo de grandes talentos que de otro modo se habrían hundido en el anonimato."

Afuera, finalmente ha comenzado a llover. La temperatura baja lentamente a medida que la tarde se erosiona. Aquí dentro, no obstante, la animada conversación se calienta y ambos, tanto entrevistado como el nervioso entrevistador, se relajan cada vez más. El voseo, imperante desde el comienzo, está ahora más justificado que nunca. La entrevista toca ahora concretamente el tema de la obra del autor, tan celebrada dentro de los círculos literarios criollos.



89dB: La obra que sin lugar a dudas te puso a la cabeza de esta oleada de nuevos escritores es El Más Violento Paraíso. ¿Cuál considerás que es la gran virtud de esta obra, y por qué la excelente recepción de parte de un gran porcentaje del público?

Álex: "Mirá, yo creo que es la capacidad que ha tenido la obra para romper los muchos tabúes existentes dentro de la literatura tica; de atacar lo que la academia llama Subliteratura, de dar un lugar a todo aquello que “no se estila” dentro de la narrativa costarricense. ¿Que en la literatura tica no se escribe de Ciencia Ficción? Metemos ciencia ficción. ¿Que no se escribe de relaciones unisexuales? Metemos relaciones unisexuales. ¿Porno, drogas, mitología, vampirismo? Todo lo metemos. Esto aunado al deseo de despojarme de una serie de emociones y frustraciones; un verdadero desahogo. Eso es EMVP. Y para serte franco, no me esperaba tan buen recibimiento de parte del gran público".

89dB: Hablemos de la obra homenajeada del día, Ángeles para Suicidas. De entrada, el título es tremendamente sugestivo. ¿Qué podemos esperar del contenido?


Álex: "El título en sí se me ocurrió recordando el film "Tan lejos, tan cerca", de Wim Wenders; en ella, los ángeles (en formas tanto femeninas como masculinas) bajan a la Tierra a consolar entre sus brazos a los moribundos. Los acunan, les hablan al oído y los consuelan... y así me puse a pensar: ¿quién consuela a los suicidas? ¿Dónde estan los ángeles para los suicidas? Desde niño siempre sentí una particular fascinación con los ángeles, lo cual responde al hecho de que provengo de una familia fervientemente católica. Esto además me llevó a sentir un particular interés con las tensiones que se dan entre lo religioso y lo sexual. Entonces, no es casualidad el título, en tanto la obra es una recopilación de mi juventud, de mis experiencias y de mi erotismo, compiladas durante más de 20 años, desde 1987. El libro documenta mi juventud y mis inquietudes durante todos estos años".


89dB: Además de tus novelas y el poemario, en 2008 ve la luz otro libro a tu nombre, La gruta y el arcoiris. Antología de narrativa gay/lésbica costarricense con sello ECR. Contanos sobre el trabajo, y, sobre todo, de la recepción de parte de la población homosexual.

Álex: "Todo fue iniciativa de la propia Editorial Costa Rica, realmente. Guillermo Fernández y Alfonso Chase sintieron un interés especial por llevar a cabo la recopilación y me pidieron a mí encargarme de ello. Fue un trabajo muy, muy arduo; antalogar requiere leer muchísimo y de muchas épocas distintas, lo cual fue bastante desgastante. Por suerte, recibí el apoyo de muchas buenas personas, y entre ellas no puedo dejar de mencionar públicamente una vez más a Esteban Ureña. Ahora, la recepción fue sin duda satisfactoria, tanto a nivel nacional como internacional, particularmente en redes gay. Esto incluso conllevó a que se me invitara al Congreso de Estudios Literarios y Activismo LGBT, auspiciado por la Universidad de Pittsburgh, y en el que fui el único representante centroamericano".

La entrevista se acerca al final, y el nervio ha quedado por completo en el olvido. A pesar de mi satisfacción por haber llevado la faena a puerto seguro, una apenas perceptible nostalgia se impregna en el aire. Dos preguntas, y la despedida formal: el futuro inmediato de Alexánder le espera en el norte del continente.

89dB: En pocos días te vas del país, por razones personales. ¿Es esto un adiós a la producción literaria también? En tu blog mencionás un próximo libro de cuentos, ¿nos podés adelantar algo sobre él?

Álex: "El libro de cuentos está prácticamente listo, ordenado incluso; solo requiere un poco de trabajo en detalles. Más adelante, quiero escribir una tercera novela que complete la trilogía de EMVP y Canciones a la Muerte de los Niños. Me gustaría escribir en ella sobre lo femenino. Tengo una particular obsesión con lo femenino: vírgenes, Lilith, las prostitutas de Babilonia, Hillary Clinton, Walter Mercado".

El entrevistador estalla en una aguda y sonora carcajada que pone a prueba el micrófono de su grabadora, dejando de lado todo asomo de profesionalismo. No hay problema; Álex es un tipo jovial y se ríe también. Tras un par de minutos, retomamos el punto.

Álex: "Te decía que esta obsesión es causada por mi homosexualidad; el homosexual encuentra su parte femenina en sí mismo. Creo yo además que lo masculino ha sido ya muy trabajado, lo femenino, en cambio, está en construcción. Esos son mis trabajos a futuro, pero sí tengo muy claro que lo principal es evitar el error de producir una vez acabado mi periodo de fertilidad literaria. El artista no es para siempre".


89dB: Cerramos con la pregunta reflexiva del día. Si tengo tele, tengo información a un par de clics de distancia, tengo una infinidad de posibles entretenimientos... ¿Por qué leer?

Álex: "Leer es un ejercicio imaginativo. Cuando ves la televisión, vos ponés el análisis y la deducción de los hechos, el resto te lo regalan. Cuando leés, en cambio, vos ponés todo: desde la cámara que enfoca, hasta los personajes, los efectos de sonido, los paisajes. Es un hecho puro de creación. Leer es un acto mágico".

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Un par de horas más tarde, durante el acto de presentación del libro de poemas, mientras Alexánder recitaba sus propios versos, no pude evitar sentir que indudablemente le iba a extrañar. El hecho de ser mi primera entrevista pasó a un segundo plano. Nuestra conversación, documentada y publicada, fue realmente la despedida de dos amigos que se conocieron muy tarde.


© danny

viernes, 11 de junio de 2010

José León Sánchez, La Isla de los Hombres Solos

Reseña publicada en 89decibeles.


“Por eso dedico este libro a los hermanos que se pudren en las cárceles del mundo donde no existe la esperanza.”

Se sabe que un libro es cosa seria, cuando tiene un grupo de Facebook. En la era del Me gusta, las cosas son así de sencillas e inmediatas. Mas lo cierto es que la ópera prima de José León Sánchez es mucho más que eso. Es un testimonio; es un pedazo del más puro dolor concebible; es una de las novelas costarricenses más vendidas de todos los tiempos.

Su leyenda es de común conocimiento a lo largo del Istmo y mucho, mucho más allá. No menos que justificable. Digo, no todos los días topás con un texto salido del mismísimo Hades tico. Adobemos aún más, si es posible: redactado por puño y letra del Monstruo de la Basílica.

Sí, es la receta perfecta para la inmortalidad, por encima del éxito.

Literalmente, la Puerta al Infierno.

A sabiendas de todo lo anterior, llegó a mis manos hace un par de años un ejemplar (uno de tantos millones vendidos, cuenta el chisme) de la tan aclamada obra. Sobra exponer la clara predisposición de la que fui preso (no pun intended). Abrí el plástico con los dientes, en el bus camino a casa, rompiendo con ello mi regla gástrica de no leer en vehículos en movimiento. Al carajo, si es realmente la mejor novela tica de todos los tiempos, claro que vale uno que otro amago de nausea.

Durante las primeras páginas, en las que todavía no ve la luz el texto mismo, los prólogos aplastan todo intento de objetividad; léase, más flores al genio. Cada vocablo allí expuesto acrecienta el mito. Uno, un mero lector, se siente pequeñito; la puerta se ve demasiado grande, se nos viene una avalancha encima.

Digerido el entremés, se pasa a lo bueno (apenas 15 páginas de prólogo después). Entramos entonces en la penosa historia de Jacinto, un hombre de humildes orígenes y humildes ambiciones, enamorado de María Reina. Su universo, su vida misma, gira alrededor de ella, figura blanca y ojos tan azules como azulenco. Entre ambos se teje la cadena de desgracias que decantaría en el encarcelamiento del muchacho en San Lucas. El resto, casi es historia de saber colectivo.

El escritor costarricense más exitoso en la actualidad. Duela a quien duela

Don José León Sánchez es, sin duda, el mayor promotor de José León Sánchez. Y es él mismo quien califica a La Isla, más que una novela, como un documento; una prueba fehaciente de los extremos de crueldad que el sistema penitenciario fue —¿es?— capaz de alcanzar. Las páginas derrochan un sincero lamento y un genuino instinto de supervivencia ante la más abominable, la mas asfixiante garra opresora.

El viaje continúa, y la vida en el precinto es cada vez más dantesca; hay cada vez menos luz al final del túnel, que a cada paso se parece más a la Casa de Asterión. De pronto, se cae en el agobiante apuro de encontrar un Teseo, que libere al pobre, pobre Jacinto, de su dolor. Alguien que rescate del abandono y de la muerte a Cristino y al Negro Carey. ¿Es acaso posible no sentir un ápice de sentido bolivariano en pro de la República de San Lucas, libre, independiente y soberana? De pronto, San Carlos se convierte en sinónimo de libertad.

Sí, tratamos aquí una aserción soberbia de humanidad, en todos sus extremos. Sin embargo, ello no es escudo para el exceso loable. Las deficiencias narrativas son claras, no nos engañemos. Acaso son justificables contextualmente (“Me dice usted que ya se lo habían contado. Bueno, es cierto que no sé leer ni escribir”), mas no por ello deberá pasárseles por alto. El hilo narrativo es difuso, aderezado por la cuasiexcesiva cantidad de sucesos relatados.

Sin embargo, algo en esta historia hace que olvidemos todo eso. El hálito de excelencia que le rodea talvez sea engañoso, mas la sinceridad impresa a fuego en esta narración borra de un soplo casi cualquier reclamo posible. Y es que, como dijo Fabián Dobles, “...un hombre atormentado y empeñoso, purgado de la sociedad a causa de un delito, da, sin proponérselo, una lección de realidad”.

A pesar de las perceptibles deficiencias en aspectos formales, este texto (novela, documento, reclamo) impone sobre el lector un puñado de emociones, destinadas a sensibilizar y exponer, sin pudor alguno, el infierno que muchos viven, aún hoy día. Un llamado perenne a no dejar en el olvido a los más olvidados. San Lucas no cerró hace dos siglos. San Lucas ni siquiera cerró realmente hace 20 años. El penal solo mutó de forma y espacio, mas sigue vivo en las penurias diarias de cientos de reos que se pudren en la amnesia de un sistema que se olvida de ellos post sentencia definitiva.

Guste o no, La Isla de los Hombres Solos ha sabido congraciarse como uno de los mayores clásicos atemporales de la literatura costarricense. ¿Por qué, exactamente? No sabría decirlo; talvez solo sea “...el viento que va por entre la enramada de los árboles”.



© danny

martes, 8 de junio de 2010

El matadero sagrado



Segunda entrega de Senderos Bifurcados, mi columna mensual en 89decibeles.

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Con gran tino, Alexánder Obando les llama los Intocables en su opus, El Más Violento Paraíso. Usted sabe bien de quiénes hablo. Proliferan en todos los medios artísticos, sociales, culturales, políticos, deportivos. Responden a infinita cantidad de nombres y formas, entre ellas, una cuyo velo de misterio la imagen de cabecera ya estropeó: las vacas sagradas.

Se trata aquí de un grupo privilegiado de sujetos, ataviados con propiedades divinas; bendecidos con el favor de los dioses -cuyo estatus llegan a alcanzar, inclusive-, mismo que les ha permitido alzarse por encima de la masa complaciente que se arrodilla a sus pies, en pleitesía. Sus poderes les permiten llevar su mensaje doquiera se lo propongan; descansa en la fidelidad de sus discípulos la salvaguardia de su leyenda y su culto, así como la propagación de la buena nueva.

Su magnanimidad supera con creces el ancla de las Tres Personas; la esplendidez de los Intocables no sabe de lindes, y muta en vastedad de formas. Sea música, sea literatura, sea lo que se venga al imaginario del lector. Pongo en juego mi estratosférico salario de columnista en 89decibeles, apostando a la imposibilidad de encontrar un campo libre del paso de las vacas sagradas.

Es así como, piedra sobre piedra, han construido un imperio, una fortaleza barnizada con el dulce gozo de la divinidad.

Juguemos a la herejía un rato, ¿sí?

No vengo a presentar mi perfil escéptico de vanguardia. Lo cierto es que en muchísimas ocasiones puse el pellejo como escudo en favor de proteger a quienes yo consideraba verdaderos dioses. Daba por sentado su estatus de deidad, y consideraba una verdadera ofensa personal cualquier palabra que contra ellos se escupiera. Lo reputaba, además de una bofetada a mi ego, una falta de respeto.

¡Palabra clave, carajo!

Ese es el verdadero escudo protector que rodea el hálito de los Intocables. Resguardados tras el muro del respeto, ellos son los buenos, y los demás son los malos. Quienes atenten contra lo divino, merecen el Infierno. Llegamos al punto que antes de siquiera mencionar el nombre de los divinos, habrá de hacerse un sacrificio inicial. Es una cuestión de respeto.

Lo vacilón es que este asunto del respeto no es de doble vía. ¡No hombre, qué va! Lo que es más, tras su muralla sagrada, tanto Intocables como sus seguidores gozan de una plataforma excepcional para masacrar a quienes consideran inferiores. Para emitir juicios apresurados, sin preocuparse ellos de la palabrita mágica.

La guerra santa es capaz de alcanzar niveles ridículos. No es raro -deprímase, a veces es de oficio- encontrar discusiones acaloradas en donde sus partícipes defienden con sangre la sacra imagen de sus providencias. Hasta nuestra vecindad del Chavo, tan elocuente, tan audaz, cede terreno y no está exenta a convertirse en patio de juego de los dioses y sus Cruzadas. A Pink Floyd me lo respeta, carepipí.

Dilatando la metáfora religiosa a extremos que atentan contra la calidad de este texto, la historia sugiere que quien ostenta la posición divina se expone a las críticas y al mal de ojo de muchos. ¿Y no es eso lo más lógico? ¿Por qué entonces se dan las reacciones presentadas en el párrafo supra? La riposta a cualquier crítica suele ser un vendaval de injurias en detrimento de quien ha osado dañar la lesa divinidad de los Intocables.

A mí no me calza. Cierto es que el reproche joroba. Pero también depura: cuanto más rígido sea el proceso de selección, más pulcro será el vino al final de la cosecha. Ese es el punto de inflexión de esta tragedia griega. El respeto, amigos, se gana y se mantiene gracias a la crítica. Es el cómo se enfrenta, y no huyendo de ella, lo que cultiva y eventualmente concede ese añorado elixir Cum Laude.

Yo le propongo algo: tire a matar. Después de todo, si realmente son Dioses, sobrevivirán.



© danny

miércoles, 2 de junio de 2010

Anemia del léxico





Artículo publicado por el Semanario Universidad (Mi primera publicación en medios escritos ^.^)

Usted cierra la sombrilla, paga el pasaje y se acomoda en el engorroso asiento del autobús. Abre la mochila, y, con el corazón en el estómago, se percata de que no carga consigo el iPod, el Walkman, o cualquier otro aparato sonoro que lo distraiga durante el largo confinamiento en el transporte público. Consternado, no le queda otra opción viable más que hacerse uno con el bullicio imperante dentro del vehículo. Allí es donde todo comienza.

No es su culpa. Sin quererlo, sus oídos se llenan de las conversaciones que le rodean, pululando por todo el bus. Sin mediar interés alguno, su mente se inmiscuye como actor pasivo del ejercicio vocal que llevan a cabo sus copasajeros. Pasados unos minutos, ya ha sido capaz de escanear al menos un manojo de charlas. Es entonces cuando se percata del gran hilo conductor.

¡El horror! Atónito, se da cuenta de cuán pocas palabras han utilizado los emisores que le rodean para comunicarse; no solo eso, los ínfimos vocablos han sido repetidos hasta la saciedad, hasta el empacho, hasta la náusea. Mi estimado lector, ello no es sino una pequeña muestra de la crisis cancerígena que agobia el intelecto colectivo de nuestro país.

Creerá usted, entonces, que se describen aquí casos aislados, delimitados por el contexto sociocultural y el nivel educativo; hasta cierto punto, tiene razón, mas no es una verdad absoluta. Lo cierto del caso es que semejantes ametrallamientos en detrimento del castellano son pan de todos los días en estudiantes, chanceros, profesores universitarios, juristas, políticos y periodistas.

La estadística determina que el analfabetismo en Costa Rica es mínimo; empero, el dato no especìfica la calidad de la educación que el tico promedio recibe -entiéndase esto como el costarricense que no tiene acceso a educación privada, entre otros caros beneficios-. La rica lengua de Cervantes está siendo masacrada por la ineficiencia gubernamental de educar como se debe: con ganas, y no por salir del paso con un cálculo favorable únicamente en el papel.

En virtud de este panorama, quien defiende la integridad del idioma no podrá evitar preguntarse cómo detener esta caída en picada. Se le ocurre a este servidor -muy en función de sus propios gustos, he de admitir- que el paso primero es rescatar del empolvado baúl la vieja y buena literatura. Esa que tan trágicas consecuencias sufre por culpa de un sistema educativo que solo enseña a odiarla.

La paupérrima calidad didáctica en los aspectos concernientes a la lectura, el idioma, la gramática y demás facetas de la redacción -y, consecuentemente, de la comunicación tanto oral como escrita- están indudablemente ligadas al desastroso manejo que el Ministerio de Educación realiza en torno a las letras. El tico promedio mencionado anteriormente, crece en un contexto que le enseña a pensar en la literatura como una imposición pedagógica, presta a desecharse en cuanto se tenga el bachillerato bajo el brazo. Más allá de eso, el ejercicio literario está casi extinto en nuestro país.

Empero, la verdad de los hechos determina que la literatura es el plano culminante del lenguaje. La máxima plataforma de la palabra escrita es, justamente, el arte que se nutre de ella. En tanto no exista una cultura que aliente y promueva la lectura, el desarrollo léxico del costarricense estará estancado de manera indefinida. Todo está encadenado a la educación criolla; si un eslabón merma su resistencia, todo el proceso está condenado al yerro. Y con ella, nosotros mismos.


© danny